Los vecinos de Monreal del Campo pueden estar mucho más tranquilos tras el acto celebrado el sábado 9 de septiembre cuando se honró y reconoció a las personas fusiladas hace ahora 87 años en las tapias del cementerio de la localidad. Tan solo pudieron asistir dos hijos de las personas fusiladas, ya que el tiempo ha hecho desaparecer al resto de familiares directos, perdiendo así su valioso testimonio. No estamos hablando ni del bando nacional ni del republicano, lo que sucedió este día fue un escueto reconocimiento que dignifica la vida de esas personas. Tal y como nos contaron los allí presentes, “entre esas 12 personas se encontraba hasta el alguacil del pueblo, pero tenían que coger a 12 y éste pasaba por allí en ese momento, y a empujones lo metieron a la camioneta”. Todas las guerras son crueles, pero en este caso fue una masacre que enfrentó a vecinos e incluso a hermanos. El acto, al que pudo asistir todo el mundo que quiso, llenó de emoción y sentimientos a todos los presentes, ya que el sufrimiento de aquellas personas fue brutal e inconcebible en pleno 2023. Desde los más jóvenes, que todavía están definiendo sus pensamientos y formas de vida, hasta los más mayores deberían ser conocedores de este tipo de actos. Quienes también deberían formar parte de este público son nuestros representantes políticos, que lamentablemente en este caso no asistieron, ya que tan solo acudió algún concejal de la oposición. Se echó en falta al alcalde de la localidad, representante de toda la ciudadanía. También faltaron caras conocidas como la nueva consejera de presidencia, Interior y Cultura. Tan solo podemos justificar su ausencia con la noticia de la derogación de la ley de memoria democrática que desea hacer el nuevo ejecutivo aragonés. Podemos entender que los nuevos mandatarios ven estos actos como propagandísticos y que la sombra del franquismo todavía sigue persistiendo en la conciencia de los dirigentes actuales. Para avanzar es necesario quitarnos la imagen que todavía perdura de estos días y caminar hacia una sociedad moderna, libre e igualitaria. El diálogo es clave, a pesar de que a los hijos de los fusilados con 87 y 89 años todavía les cuesta llevar a cabo. Siguen viviendo con ese miedo interiorizado ante las posibles represalias que podían tener si hablaban, a pesar de haber pasado 84 años del fin de la Guerra Civil y 48 años del franquismo. Las nuevas generaciones que afortunadamente no vivimos aquellos años podemos escuchar a los mayores y trasladar a los más jóvenes lo que sucedió, porque cualquier pueblo que no recuerda su historia está obligado a repetirla. Desde aquí nuestro reconocimiento a Miguel Ángel Latorre que pese a estar jubilado ha realizado un arduo esfuerzo en organizar este acto y poder unir a las familias en este homenaje que dio dignidad a los vecinos de Monreal del Campo.

Editorial.

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