Francisco Tobajas Gallego, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Sabiñán, relata su visita a Daroca en un grupo guiado por el divulgador Pascual Sánchez

Organizado por nuestro amigo Miguel Ángel Conde Moreno, tuvimos la oportunidad de visitar Daroca de la mano de Pascual Sánchez Domingo, concejal de Cultura de su Excmo. Ayuntamiento, y gran conocedor y divulgador de la historia y del patrimonio de su ciudad. Pascual es, además: conferenciante, novelista, historiador, responsable de los Archivos parroquiales del Arciprestazgo de Daroca, colaborador del Archivo Histórico Municipal, participante en el Festival Aragón Negro y otras ocupaciones más…
Con él habíamos quedado a la sombra de la Puerta Baja o Fondonera de la ciudad, donde campea el escudo de Carlos I, en el parque donde tiene dedicado un monumento la piedra del ruejo que salvó a la ciudad de una peligrosa inundación, la tarde de san Buenaventura de 1575.
A su lado la fuente de los veinte caños, cuyo frontón luce el escudo de la ciudad, con los Corporales en su relicario, las seis ocas, las dos puertas con la muralla y sobre los torreones de la Puerta Baja, las banderas de Jaime I. Y a un tiro de piedra del antiguo hospital de San Marcos, donde, según la tradición, cayó desfallecida la burra que portaba los corporales desde tierras valencianas. Aquella sería la primera procesión del Corpus.
Pascual nos abrió las puertas de la Puerta Baja y por unas escaleras de caracol pudimos dar con el cielo de Daroca, desde donde se contempla la ciudad a vista de pájaro, a los cuatro puntos cardinales. Murallas, torreones, el castillo mayor, el pinar que fue inaugurado en 1909, en una Fiesta del Árbol organizada por los padres escolapios, estrenándose el Himno de Daroca, con letra del padre Beltrán y música del maestro Marquina, las torres de las antiguas parroquias y de la basílica, los tejados de las casas, la ermita de Nazaret, la vega de la ciudad…
Por una calle en costera dimos con la puerta del Arrabal, una de las puertas de la antigua muralla. Y por más calles en costera nos encontramos con un parque dedicado a tres enamorados de Daroca: Antonio Mingote, Ildefonso Manuel Gil y un joven poeta, que falleció a causa de un accidente.
Siguiendo las calles de un casco urbano muy cuidado, nos topamos con la iglesia románica de San Miguel, donde cada año se pueden escuchar las músicas antiguas del Festival Internacional, que sería impulsado por el musicólogo Pedro Calahorra y el organista José Luis González Uriol. Tras ella encontramos en el recorrido la iglesia dedicada a San Juan y alguna casa solariega.
En la basílica de Santa María pudimos contemplar la Puerta del Perdón, la magnífica portada, la capilla de los Corporales, que antiguamente era la capilla mayor, el altar mayor, el órgano monumental y el museo.
También pudimos adentrarnos en el Ayuntamiento. Visitamos el salón de plenos, las oficinas municipales y el Archivo Municipal, donde se conservan tres mil trescientos pergaminos desde el año 1129.
Por Daroca, la ciudad de los siete sietes, pues tenía siete parroquias, siete puertas de la muralla, siete conventos…, han pasado todos los reyes y todos los caudillos habidos y por haber, aunque no discurre muy cerca de ella la autovía. Pascual nos comentó que la ciudad se va recuperando de este contratiempo, de lo que nos alegramos.
Nos marchamos de Daroca al atardecer, gratamente sorprendidos por la erudición de Pascual, por su pasión, por su acogida, por su confianza y por su ingente labor. No pudimos marcharnos sin invitarle a otra visita a Saviñán, para poder enseñarle nuestro patrimonio, nuestra historia y el relicario del Papa Luna, personaje vinculado también a la historia de Daroca. En eso quedamos.