PILAR SARTO FRAJ
Acción Solidaria Aragonesa
En una de las imágenes del bombardeo en Gaza (todos los días hay bombardeos) sobre una escuela que servía como refugio a personas desplazadas, con 57 asesinatos, he visto unas latas de conservas destrozadas… He pensado la ilusión con la que las estarían guardando, conservando, administrando… ante el desastre que supone la imposibilidad de recibir ayuda humanitaria ya que el gobierno israelí lo prohíbe.
Parece que este genocidio no va a terminar nunca.
Cada día volvemos al punto de partida: escuelas bombardeadas, hospitales atacados, personal humanitario asesinado, bloqueo de comida, agua, medicinas, combustible… La población de Gaza huye de todo esto en busca de seguridad pero ya no quedan lugares seguros en Gaza. Los desplazados hacia lugares que indicó el gobierno israelí como seguros, vuelven a ser bombardeados allí.
Una vez más, nos han anestesiado de pura repetición de la barbarie. Hay fogonazos de humanidad, como el día del apagón en que todas y todos pensamos que si la incertidumbre que vivimos ante la desconexión digital, de transporte, de poder comer caliente o el miedo a no poder localizar a familia vulnerable o qué pasaría en los hospitales, multiplicado por un millón, sería lo que estarían viviendo en esos mismos momentos en Gaza, con la diferencia de que no son unas horas, sino más de año y medio y los riesgos no son comparables.
El pasado 9 de marzo, Eli Cohen, ministro de Energía israelí, lo reconoció sin tapujos: “Acabo de firmar una orden para el cese inmediato de la electricidad en Gaza”, eso implicaba que la planta desalinizadora no podía funcionar por lo que los gazatíes no tienen agua. Otra decisión de no dejar pasar ayuda humanitaria desde el 2 de marzo (como si fuera propiedad del gobierno israelí) nos lleva a la conclusión de que el hambre y la sed están siendo utilizadas como armas de guerra, una forma de matar despacio, matar de hambre y matar la esperanza.
Valoré la labor del periodista palestino que en el norte de Gaza sigue captando las imágenes de la tragedia, para despertar nuestro letargo: los cadáveres desmembrados, la mirada espantada de los niños, la violencia generada para conseguir un poco de comida a codazos entre los iguales, las despedidas, los pasos cansados y sin rumbo de los desplazados, los hogares en ruinas. Este fotoperiodista lleva año y medio sin un día de descanso y sin dejar de transmitir imágenes. “Me despierto cada mañana y sigo sin creer lo que veo a mi alrededor. A veces me quedo sentado un buen rato, mirando en silencio la destrucción de mi barrio y me siento sobrepasado (…) Estoy exhausto, física y mentalmente. Me he deprimido, me he enfadado, pero no he dejado de hacer fotos ni un solo día desde octubre de 2023, aunque sí ha habido situaciones en las que ha sido muy difícil seguir trabajando”.
Israel no permite la entrada de reporteros extranjeros en Gaza desde octubre de 2023. “No sé si estaríamos en la misma situación si un medio como CNN pudiera transmitir imágenes propias, y reportajes desde Gaza. No lo sé. Yo creo que si Israel no deja entrar a la prensa extranjera es para que se cuestione lo que nosotros, periodistas palestinos, contamos y mostramos”. “Quiero que el mundo sepa cómo estamos viviendo y trabajando en Gaza, que las personas fuera de aquí reciban una imagen verdadera de lo que estamos sufriendo. Todo esto es real, es mi vida, es importante que la gente sepa que detrás de los números hay personas como yo. Y ¿quién sabe? Igual me ocurre algo, porque en Gaza puede pasar cualquier cosa en cualquier momento y aquí queda lo que he sentido en estos meses”.
El lunes 5 de mayo el gobierno israelí aprobó el plan de control y presencia indefinida en Gaza, es decir, conquistar y retener permaneciendo en la franja. Se calcula que han anexionado el 30% del territorio gazatí, ahora falta el resto hasta completar los 365 km2 de la franja de Gaza.
Ello implica desplazamientos obligatorios y arrasar con las vidas palestinas, es más que una invasión y una ocupación, son 577 días de operaciones militares, es una limpieza étnica y un genocidio por los hechos, el discurso y la intencionalidad de eliminar un grupo humano.
Tenemos que seguir levantando nuestras voces, aunque sean un grano de arena en el desierto.
Esta tarde el párroco de Gaza seguirá echando en falta la llamada de Francisco.