Asun Perruca es natural de Molina de Aragón, pero reside en Calamocha desde hace más de 30 años, donde es maestra, profesión que compagina con la escritura, la música y el teatro

No sé muy bien cómo empezar a hablaros un poco sobre mí, así que recurro al principio de la preciosa canción de Violeta Parra. Tengo tanto que agradecer a la vida que necesitaría extenderme hasta resultar pesada, así que voy a intentar resumir.
Gracias a la vida:
Por haber nacido en un pueblo, Molina de Aragón, de unos padres increíbles que me dieron, entre otras muchísimas cosas, cuatro hermanas, tres hermanos, sus cuentos, sus libros, sus canciones, muchos valores y la posibilidad de estudiar.


Por haber tenido la oportunidad de implicarme, durante la infancia y juventud, en actividades socioculturales en Molina: música, teatro, monitores de tiempo libre, asociaciones…
Por haber deseado desde siempre ser maestra y haberlo conseguido. Los maestros pueden tocar el futuro. (Esta frase la escuché recientemente en una película).
Por tener aficiones que me apasionan: leer, escribir, cantar, hacer teatro, viajar…
Por los caprichos del destino, que me trajo a Teruel como maestra interina y me permitió quedarme en esta provincia, conocerla y amarla.


Por el mismo azar, que puso en mi camino al que hoy es mi marido (Juan) y padre de mis tres maravillosos hijos (María, Miguel y Diego) y por haber tomado con él la decisión de luchar por establecer nuestro hogar en Calamocha, donde residimos desde hace más de treinta años.
Por haber trabajado en varios colegios de la zona y desde 2000 en el “Ricardo Mallén” de Calamocha, donde he tenido y sigo teniendo grandes compañeros y compañeras, además de la oportunidad de disfrutar de mi trabajo enseñando y a la vez aprendiendo tantísimo.
Por vivir en un pueblo donde he podido desarrollar también mis pasiones y aficiones gracias a la gran cantidad de recursos con los que cuenta y la voluntad de un sinfín de personas que derrochan esfuerzo e ilusión.


En Calamocha, he podido recibir clases de piano y canto en la Escuela de Música, dirigir el coro infantil, formar parte de la Coral, del Club de lectura de la Biblioteca y colaborar en algunos actos promovidos por el ayuntamiento relacionados con la literatura.
Desde el año 2010 dirijo el grupo de teatro de la Asociación “La Luna”, que se creó para promover representaciones teatrales con fines solidarios, colaborando con distintas ONGs. En estas representaciones han colaborado centenares de personas de Calamocha y comarca y gran cantidad de comercios y entidades. Después del parón que supuso la pandemia el grupo se ha reorganizado para poder llevar, con la representación de cuatro comedias cortas, un poco de diversión a otras localidades de la comarca.
Por haber presentado aquí, con el apoyo y el calor de mi gente, los dos libros que he publicado: la novela infantil Donato Leotardos (2015) y el poemario Lunas Veladas (2021) junto a mi compañera ilustradora, Ritamarindo.
Aunque también me gusta escribir narración y teatro, con Lunas Veladas he retomado la poesía, mi afición más temprana y que he mantenido más oculta. La necesidad de expresar la vivencia de una enfermedad como el cáncer, la forma de canalizar el dolor y el aprendizaje que supone una experiencia así, me ha dado el valor suficiente para atreverme a publicar mi primer poemario, sin olvidar el apoyo de familia y amigos, y muy especialmente, la compañía de Marián Núñez, la artista calamochina conocida como Ritamarindo. Ella ha sabido plasmar de forma increíble en sus ilustraciones la esencia de cada poema.
El libro fue presentado en Calamocha en diciembre de 2021, en circunstancias poco favorables debido al elevado número de contagios de covid que había en aquel momento. Aun así, fue un acto precioso en nuestro espléndido teatro-auditorio. Posteriormente también ha sido presentado en varias localidades cercanas. Estamos dispuestas para que siga llegando a otros lugares y poder compartir esta experiencia creativa que nos está aportando preciosas vivencias y que podéis conocer en www.lunasveladas.com. Con parte de los beneficios obtenidos con su venta colaboramos con el Proyecto Metástasis, del Instituto de Investigación Biomédica.
Por todo esto y muchas razones más puedo considerarme una persona muy, muy afortunada.
Ahora tengo más tiempo para escribir y me apego al Jiloca, lo escucho, me va dictando versos…


Vengo a menudo a llorarte, Jiloca,
Y al darte mis lágrimas,
Te doy también parte de mis células.
Contigo fluyo y desemboco.
En el camino me alimento
de montaña y minerales,
de madera, de algas, de insectos…
y de paso voy aprendiendo
las voces de los pájaros.
Y cuando llego al mar,
a ese trozo de costa
que el corazón ha elegido
para su descanso,
sé a ciencia cierta que me reúno
y vuelvo a estar completa.

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