En apenas año y medio seremos llamados en los colegios electorales para revalidar, o no, a nuestros dirigentes políticos. Este proceso democrático acelera el mecanismo de llevar a cabo actividades, mejoras e inversiones, que quizá no serían una realidad si no hubiera elecciones a la vista. La pandemia lo ha trastocado todo y sobre todo las buenas intenciones con las que todos los candidatos intentan convencer a los vecinos y habitantes de nuestras localidades para que escojan su papeleta a la hora de insertarla en la urna. Cada uno de ellos tiene proyectos de diversa índole: para desarrollar y mejorar nuestros pueblos, para favorecer la atracción de nuevos vecinos o simplemente para alcanzar un buen cargo en una de las múltiples administraciones que nos rodean en nuestro territorio.

La cuenta atrás acaba de comenzar y cada vez quedan menos días para salir en la foto y en los medios, para demostrar que todos los avances llevados a cabo son gracias a ellos. Las redes sociales es otra de las cosas que no hay que descuidar, ya que muchos de los candidatos dedican grandes esfuerzos y cantidades de tiempo para estar al día en ellas y así informar de futuras realidades más o menos cercanas. Estas situaciones son las que día a día podemos ver desde nuestros humildes medios de comunicación. El cronómetro pronto marcará los días para conseguir nuevos candidatos. Pronto veremos movimientos complejos donde las charlas, los cafés y las llamadas para hacer listas cada vez se complican más. Son pocas las personas que se implican en trabajar por y para su pueblo sin compensación alguna. La recompensa obtenida será la satisfacción del concejal por poder realizar una actividad novedosa, de estrenar unas obras o de arreglarle la calle al vecino.

Todo ello con mucho esfuerzo en tiempo y pensamientos para poder sacar cualquier proyecto adelante. El tiempo pondrá a cada uno en su lugar, pero debemos saber que la soberanía la tiene el pueblo en democracia y será solo él, el que elija a nuestros representantes más cercanos, los que dirigirán nuestros ayuntamientos. Posteriormente estará el juego de los partidos, donde el intercambio de puestos y pactos se convierte en la maquinaria que hace disfrutar a muchas personas durante un gran periodo de tiempo.

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