El río Jiloca, arteria vital que serpentea por tierras aragonesas, ha sido testigo mudo de la historia y el devenir de numerosas localidades. Desde su nacimiento en la Fuente de Cella, ha alimentado campos, impulsado molinos y dado vida a pueblos como Monreal del Campo, Calamocha, Daroca, Calatayud y muchos otros. A lo largo de su cauce, ha sido fuente de inspiración para poetas, escenario de leyendas y motor económico de generaciones.
Sin embargo, este valioso recurso hídrico se enfrenta hoy a diversos desafíos. La irregularidad de sus caudales, agravada por la escasez de lluvias y una gestión inadecuada, ha puesto en peligro su ecosistema y ha afectado a las actividades económicas de las poblaciones ribereñas. La falta de inversión en infraestructuras de riego y saneamiento, así como la proliferación de vertidos, han deteriorado la calidad de sus aguas y amenazan la biodiversidad.
Los ayuntamientos de las localidades que bordean el Jiloca han sido los principales actores en la lucha por la conservación de este río. Han llevado a cabo numerosas iniciativas para mejorar su entorno, limpiar sus márgenes y promover su uso recreativo. No obstante, sus esfuerzos resultan insuficientes ante la magnitud de los problemas y la complejidad de las soluciones.
Es necesario que la Confederación Hidrográfica del Ebro asuma un papel más activo en la gestión y protección del río Jiloca. Se requiere una mayor coordinación entre esta institución y los ayuntamientos, así como una inversión significativa en proyectos de restauración ambiental y mejora de la calidad del agua. Es fundamental elaborar planes de gestión integral que tengan en cuenta las necesidades de los ecosistemas fluviales y las demandas de las poblaciones locales.
El Jiloca es mucho más que un simple río. Es un patrimonio natural y cultural que debemos proteger y valorar. Su conservación no solo beneficia a las comunidades ribereñas, sino que también contribuye a preservar la biodiversidad y a mitigar los efectos del cambio climático. Es hora de que las instituciones competentes reconozcan la importancia de este río y tomen las medidas necesarias para garantizar su futuro. Las últimas tormentas han puesto de manifiesto la ecasa inversión realizada en los últimos años dejando a la vista los problemas en las numerosas captaciones de agua de boca de algunas localidades como Báguena, Burbaguena o Lechago. Es responsabilidad y competencia exclusiva de la CHE el mantenimiento de sus cauces tanto en la zona urbana como en la no. Cuando han pasado ya varias semanas el presidente de este organismo todavía no se ha dignado a visitar las localidades afectadas por las danas.