
En muy pocos días dará comienzo en nuestra ciudad la cuadragésima sexta edición del Festival Internacional de Música Antigua de Daroca.
A partir del día 3 de agosto y durante los próximos ocho siguientes la música estará en el ambiente de la ciudad durante todo el día y parte de la noche, recuperando de alguna manera, el esplendor musical que gozó esta ciudad durante siglos, en los que brillaron con luz propia nombres como el darocense Pedro Sánchez Ciruelo que a finales del siglo XV ocupaba la cátedra de música de la Universidad de Alcalá de Henares. Otros grandes músicos siguieron su estela en Daroca ejerciendo de Maestros de Capilla en la Colegiata, como Juan Castillo, Juan Ortiz, Jerónimo Abadía, o Melchor Castrillo, hasta que, ya en el siglo XVII, destacó a nivel nacional Pablo Bruna Tardez, conocido como “El Ciego de Daroca”. Invidente desde los cinco años, hijo de un botero que supo inculcar en su familia, chicas y chicos, la pasión por la música. Orosia, hermana pequeña de Pablo, monja dominica en el convento de Daroca transmitió esa misma pasión entre las hermanas de su Comunidad. Dos de sus sobrinos, Diego y Francisco Jaraba Bruna, fueron también excelentes músicos.
Aunque no darocense, pero formado musicalmente en Daroca, Miguel de Ambiela llegó a ser uno de los más notables maestros del siglo XVIII.
Sin embargo, tras ese largo periodo de esplendor llegó, ya en el siglo XIX, otro de decadencia musical, hasta la aparición de Ángel Mingote Lorente, nacido a finales de 1895, que recibiría sus primeras enseñanzas musicales de su padre, don Tomás, cantor y organista de la Basílica de Santa María de Daroca y posteriormente como infantico en la Seo Zaragozana. Ángel Mingote, está considerado por algunos de sus biógrafos como “el último músico importante de la larga tradición musical de Daroca” Es justo mencionar al bilbilitano Pascual Marquina Narro, quien en 1890, con tan solo 17 años, dirigió la Banda Municipal de Daroca. Más tarde se dedicó de lleno a la música en las bandas militares, pero jamás se olvidó de sus primeros pasos en esta Ciudad en la que además casó con una darocense.
El ambiente musical de Daroca ha estado incluso en muchos elementos, obras de arte o edificaciones como el “famoso kiosco” construido en 1921 cuando en Daroca había dos bandas de música y una academia, época en la que también destacaron nombres como el Maestro Mancisidor, Pedro Echevarría “El Colchonero” o el Maestro Borobia, entre otros.
También en la iconografía de Daroca está muy presente la música, no solamente en los famosísimos angelotes músicos de la iglesia de San Miguel, también en los trompetistas de la Puerta del Perdón, ornamentos textiles, pinturas góticas en las que se aprecian tañedores de antiguos instrumentos, esculturas en el antepecho del órgano de la Basílica o en la cúpula de la Capilla de los Corporales con instrumentos de viento, cuerda y percusión. Y por supuesto los órganos. El mencionado de la Basílica o el de Santo Domingo considerados ambos, por los expertos, como extraordinarios y muy bien conservados. Otros, que en su día también lo fueron como el de la iglesia de San Miguel o el de la desaparecida de Santiago, aunque al menos este sigue tañendo a 50 km. de aquí, en Encinacorba.
Quiero terminar parafraseando a un músico darocense actual, José Félix Tallada Collado, quien en uno de sus textos establece una comparación entre la música y las murallas de Daroca:”El movimiento ascendente y descendente del recinto amurallado de Daroca, que al igual que la melodía, se ve cadenciado en dominantes torreones y tónicas almenas”. (sic)