El estanco de Clotilde Miranda cierra tras más de 30 años de actividad profesional en Daroca

El estanco de Clotilde Miranda en Daroca se despide tras más de 30 años abierto al público. Su propietaria da los últimos pasos de su andadura profesional este mes de diciembre, cuando se jubila el día 29.
Desde que decidió hacerse cargo del negocio familiar de sus padres en el mes de abril de 1986, la darocense ha abierto de lunes a domingo, 363 días al año, ya que solo ha cerrado en Navidad y Año Nuevo.


“Ya toca descansar”, dice Miranda, a falta de cuatro meses de cumplir 37 años al frente del estanco. Se convirtió en su propietaria a raíz de la jubilación de sus padres y aunque el inicio fue difícil, se muestra satisfecha y contenta con su trayectoria profesional. “Me aventuré y fue complicado porque mis hijos entonces eran pequeños”, explica.
Describe el oficio como “muy esclavo” al tener la puerta abierta todos los días. Su marido le ha ayudado los fines de semana y hace unos años se incorporó otra persona.
“He estado muy contenta y ocupada, hago un balance positivo”, detalla la emprendedora a El Comarcal del Jiloca, periódico que vende en su local desde los inicios de este medio de comunicación en el año 1999.


Trabajar en su negocio y ser su propia jefa ha supuesto a Clotilde Miranda una independencia y un aliciente personal y profesional. “Me he sentido realizada, a pesar del estrés de los primeros años”, comenta. “Un negocio así te da para comer y para estar ocupada, que es lo que quería”, añade.
Su estanco es todavía un punto donde adquirir tabaco y prensa, así como otros artículos como mecheros, libretas, postales, pilas, etc.


En él se han forjado amistades con sus clientes más habituales, “mis fieles”, dice Clotilde. “Tengo que agradecer a mucha gente que me ha acompañado en este tiempo”, destaca. “Algunos ya sé qué necesitan nada más que entran por la puerta, sin que digan nada”, dice.
También han vivido momentos de pánico, puesto que en el año 2009 su marido sufrió un atraco. “Entraron dos personas camufladas pidiendo el dinero, él les abrió el cajón, pero con dos pistolas eléctricas lo dejaron inconsciente y huyeron, fue un gran susto”, recuerda.
En definitiva, su negocio ha sido todo para Miranda. “Ha sido mi vida, yo tenía 27 años cuando empecé y tengo 64. Siempre he atendido con buena cara y palabras amables, dando un trato cercano”, comenta.
El futuro del estanco de Clotilde todavía está por decidirse, ya que hay varias personas interesadas en su traspaso. “Mi deseo es que alguien se haga cargo del negocio, ya que si yo me marcho es una puerta que se cierra y me gustaría que siguiera abierto”, señala.


“Igual que me ha dado a mí para comer, le serviría a otra familia. Además, se dinamizaría la zona de arriba del pueblo, porque siempre ha habido un estanco arriba y otro abajo”, explica con ilusión.

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