Al este del edén

Abr 25, 2025

Isabel Pascual

Y Caín, tras el sacrificio de su hermano Abel, se alejó de la vista del Señor y se fue a vivir al este del Edén. Allí llegó cabizbajo, con la mirada turbia y el rostro torvo, pues los celos y el malquerer le punzaban las entrañas desde siempre y solo la muerte podía diluir aquella mala sangre. “Timshel” susurra desde el lecho Adam a su hijo Cal en la icónica película. Es decir, si se lo propone transformará el orden de las cosas, reconducirá su futuro. Cal, que personifica el mal, siente envidia de Aron, reflejo del bien.

El pasaje bíblico del Génesis, en el que se basa la historia de Kazan, nos lleva a la actualidad, al comienzo de todo. Parece que nos repetimos sin remedio, que se nos hace insoportable conformarnos con lo que sembramos y, finalmente, cosechan nuestras manos. El poder, la fuerza y la ambición nos empujan de una manera sobrenatural a llevar a cabo actos contra la propia naturaleza humana, sí, de hermanos contra hermanos. Así es como, después de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal, sobrellevamos una terrible existencia aquí, al este del Edén.

Cómo no recordar algunos conflictos, los de Gaza y Ucrania, tan cerca y tan lejos a la vez.

Solo ahora, cuando sentimos los arañazos de las garras del monstruo, nos alarmamos y tomamos conciencia de quiénes somos y en quiénes podemos convertirnos si no valoramos al de enfrente, si no respetamos al resto de la humanidad.

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