Las recientes DANA que han azotado las comarcas del Jiloca y Daroca han puesto de manifiesto una
realidad alarmante: la fragilidad de nuestro territorio y la falta de prevención ante fenómenos meteorológicos
extremos. Más allá de los daños materiales evidentes, estas catástrofes naturales revelan una
problemática más profunda, arraigada en décadas de abandono y gestión inadecuada de nuestros recursos
naturales.
La falta de mantenimiento de nuestros montes es un factor crucial que agrava los efectos de las DANA.
La deforestación, la erosión del suelo y la pérdida de la cubierta vegetal favorecen las escorrentías y
aumentan el riesgo de inundaciones. Los incendios forestales, cada vez más frecuentes y virulentos,
contribuyen a degradar el medio ambiente y a reducir la capacidad de retención del agua en el suelo.
Por otro lado, la inactividad de la Confederación Hidrográfica del Ebro en el mantenimiento de ríos,
riberas y arroyos resulta sumamente preocupante. La falta de dragado, la acumulación de sedimentos y
la obstrucción de cauces naturales incrementan el riesgo de desbordamientos y agravan los daños causados
por las inundaciones. Además, la Confederación ha demostrado una escasa colaboración con los
ayuntamientos a la hora de llevar a cabo actuaciones de mejora en los tramos de río que discurren por
sus términos municipales.
Esta situación de abandono y desidia tiene consecuencias directas para las poblaciones afectadas, muchas
de ellas situadas, además, en medio de una rambla. Las DANA provocan pérdidas económicas
considerables, destruyen infraestructuras y ponen en peligro la vida de las personas. Para hacer frente a
esta problemática, es necesario adoptar una serie de medidas urgentes y a largo plazo. En primer lugar,
se debe impulsar una política forestal activa que promueva la reforestación, la gestión sostenible de los
montes y la prevención de incendios. En segundo lugar, es importante que la Confederación Hidrográfica
del Ebro asuma sus responsabilidades y lleve a cabo un plan de mantenimiento integral de la red
fluvial. Asimismo, se debe fomentar la colaboración entre administraciones y la participación ciudadana
en la gestión de los recursos hídricos.
La prevención y la adaptación al cambio climático son claves para garantizar la seguridad y el bienestar
de las poblaciones afectadas. En definitiva, la crisis provocada por las DANA en las comarcas del Jiloca
y Daroca pone de manifiesto la necesidad de una gestión más sostenible y responsable de nuestros recursos
naturales. Solo a través de una acción coordinada y decidida de todas las administraciones y de
la sociedad se podrá hacer frente a los desafíos que plantea el cambio climático y garantizar un futuro
más seguro para las generaciones venideras.