La comarca de Daroca se enfrenta a una preocupante sangría poblacional que amenaza con su propia existencia. Este fenómeno, lejos de ser un hecho aislado, se ha convertido en una constante que dibuja un futuro desolador para este territorio. La falta de oportunidades laborales y el éxodo continuo de jóvenes hacia la capital, Zaragoza, han provocado un envejecimiento progresivo de la población y la consiguiente pérdida de dinamismo económico y social.
La comarca se ha convertido en una exportadora de mano de obra, donde sus habitantes más jóvenes se ven obligados a buscar un futuro lejos de sus raíces. Esta fuga de talento no solo representa una pérdida irreparable para la comarca, sino que también perpetúa un círculo vicioso: a menor población activa, menor inversión y, por ende, menos oportunidades para las nuevas generaciones.
La inacción de los dirigentes provinciales y regionales ante esta problemática resulta alarmante. Parecen adormecidos en la comodidad de sus cargos, priorizando intereses ajenos al bienestar de las localidades más pequeñas. En lugar de impulsar proyectos que generen arraigo y desarrollo local, se muestran permisivos ante la llegada de iniciativas que, bajo la promesa de progreso, solo buscan la explotación de los recursos naturales sin aportar un verdadero valor añadido al territorio. Este es el caso de ciertos proyectos energéticos que, si bien pueden generar algunos ingresos a corto plazo, no revierten en la creación de empleo estable ni en la diversificación de la economía local.
La situación actual exige una respuesta urgente y contundente. Es imprescindible romper con la dinámica actual e implementar nuevas estrategias que impulsen el desarrollo endógeno de la comarca. La creación de nuevas empresas y la atracción de inversión se presentan como medidas cruciales para generar empleo y fijar población. No se trata solo de crear puestos de trabajo, sino de generar oportunidades que permitan a los jóvenes desarrollar sus proyectos de vida en su propia tierra.
Para ello, es necesario un cambio de mentalidad por parte de los dirigentes, que deben dejar de lado intereses particulares y trabajar por el bien común. Deben apostar por la diversificación económica, apoyando sectores como el turismo rural, la agroindustria o las nuevas tecnologías, que pueden aprovechar los recursos y el potencial del territorio. Asimismo, es fundamental mejorar las infraestructuras y los servicios básicos, garantizando el acceso a una educación de calidad, a una sanidad eficiente y a unas comunicaciones adecuadas.
La revitalización de la comarca de Daroca no es solo una cuestión económica, sino también social y cultural. La pérdida de población conlleva la desaparición de tradiciones, de saberes ancestrales y de un patrimonio invaluable. Es necesario actuar con celeridad para evitar que la comarca se convierta en un territorio fantasma, víctima de la desidia y la falta de visión. La implantación de nuevos proyectos empresariales no es solo una necesidad, sino una cuestión de supervivencia para el mantenimiento de los servicios más básicos y para la propia pervivencia de los pueblos.

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