PILAR ORTEGA
Autora del relato presentado al concurso de Relatos de la Fundación ”la Caixa” y Radio Nacional de España

La Biblioteca Medieval que conozco está ubicada sobre la ladera del cerro San Esteban en el Poyo del Cid. Data del año 1090. Se llama la Raja en honor a su emplazamiento.
Cripta de puerta abierta entre grandiosas rocas esculpidas, talladas, a mano de cuajo con cinceles, mazas, picos, palas, así trabajaban los cabunqueros; fieles, vasallos que días y meses de adelanto, preparan el descanso para su Señor.
Esto explicado por el guía, visita guiada en la Biblioteca Medieval.
Me quedé con ganas de saber más, por eso busqué libros de escritores anónimos, lejanos y cercanos como José Luis Corral y su hijo Alejandro, de Daroca.
Biografías, ilustraciones, comics, películas de antes como la famosa Charlton Heston y Sofía Loren, las de ahora incluso de sus hijas e hijos, Diego, Cristina, María, Elvira y Sol.
Hasta que di con el tomo nº 1 totalmente biográfico, ameno y coloquial.
Me llamo Antonio Candiles siervo fielmente a mi señor Don Rodrigo Díaz de Vivar soy de la Mesnada caballero mayor y amigo.
Venimos de Jaca a Daroca andando cabalgando durante días y frescas noches, extenuados, fatigados entre montes de espliego, carrascas, romero, té, tomillo y la bella Ribera del Río Jiloca con sus pueblos, gentes y frutales, estampa de fotografía.
Llegando el domingo a un gran remanso de paz para personas y caballos, grandes rieras, anchura para la acampada invitaban a ella. Los grandes chopos cabeceros nos cubren. La hierba fina les da de comer, el agua del río Pancrudo nos apaga la sed. Comidos, bebidos todos, estábamos listos dejando el puente romano Entrambasaguas de Luco de Jiloca, pegado a la Virgen del Rosario.
Paraje difícil de olvidar. Donde el río Pancrudo afluente del río Jiloca aquí mismo entre puentes desemboca en él.
Ya puestos en camino hacia Gascones, el Salobral, en la recta con el Tormo El sol nos daba las once, a lo lejos vimos una gran marabunta humana encabezada con diferencia por un joven, este corría más que los galgos, rápido, veloz y educado al vernos.
-¿Quiénes sois? Pero… ¿a dónde vais vestidos así?
-Somos los súbditos, vasallos del Señor Don Rodrigo Díaz de Vivar, “El Cid Campeador”.
-Yo Antonio Candiles, vamos hacia Valencia pero antes tenemos que hacer estancia. ¿Y tú?
-Soy Álvaro Cantín, corredor del maratón de la Peña La Unión de Calamocha, voy el primero.
-¿Corres siempre así? Te hemos visto.
-Digamos casi siempre si es para una buena causa. ¡Hoy lo es!
-Veo enfrente unos destellos transportándome a ese cerro o monte, encima una caseta ¿será una ermita? Sé que ese es el sitio. Será nuestro destino, ladera de verdes viñas.
-¿Álvaro querrías ayudarnos?

  • ¿Dime?
    -¿Nos podrías proporcionar una entrada silenciosa con el mandamás?
    -¡¡Claro que sí!! Voy corriendo a ese pueblo, es el Poyo, conozco a José Manuel Lázaro, su madre Paquita Fuertes es gran amiga de la mía, Rosa Polo, pues ambas son de Caminreal.
    -Corre como un lince, vuela como un águila. Sé emisario de nuestras huestes.
    Llegó Álvaro al pueblo entrevistándose con José Manuel Lázaro.
    -No te puedo ayudar en esto, la autoridad es José Manuel Marco, es el alcalde.
    -¿Cómo? Se prepara rápido, la estancia, la licencia para ello, permiso de permanencia concedido.
    -¿Están seguros de las laderas del cerro San Esteban?, tenemos otros sitios más llanos. Han dicho ese.
    -Vale, firmado y devuelto.
    -Gracias Álvaro, pásate cuando quieras y ahora corre de vuelta, aun llegas a recoger la medalla.
    De silenciosos nada, esa misma tarde se había hecho una reunión para programar un taller de costumbres para enseñarnos construcción.
    Nati Marco y Rafa Tello trabajadores de la cantera de enfrente alzada en el monte, subían a ella a lomos de su caballo Aries. Éstos entendidos en tierras diseñaron los planos y ayudaron.
    Cantera que sobre los pies nace la fuente de la Belenguer, manantial inagotable apagando la sed de plantas y animales. Pueblo de pastores, botas de vino en los morrales.
    Nos trajeron culecas con sus huevos ya saliendo polluelos, gallinas sueltas con sus gallos, éstos a las cinco en punto de la mañana ¡Todos arriba! Martín profe nos daba gimnasia.
    Trabajando sin parar dirigidos por profesionales albañiles, Hermanos Sanz, Pascual, Félix y su sobrino Paco.
    Filas como hormigas, manos en cadena de calderos desde las acequias de Saludesa.
    Salas, aulas musicales insonorizadas, en sus paredes colgaban cientos de instrumentos musicales, así como las partituras de los famosos cantares del Mío Cid.
    Paredes construidas con adobes color rojizo, barro, arcilla de los Tollos de Lechago o las Fallas de Calamocha.

(Continúa en la próxima edición)

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