El deportista monrealense Enrique Beltrán Blasco hace un recorrido por su trayectoria en la escalada, la que ha sido su pasión desde pequeño, e invita con sus palabras a reflexionar sobre la evolución de los sueños en la vida

La escalada, sin lugar a dudas, ha sido y es el motor de mi vida; seguramente no me haya parado nunca a pensar lo que significa para mí, pero realmente sé que lo hago por instinto.

Cuando empecé con 4 años, para mí significaba un juego, más tarde pasó a ser algo que compartía con mi tío Fran, después llegaron las competiciones, donde empecé a entrenar planificado y decidí que era lo mío, y desde que me mudé a Huesca, supone un estilo de vida.

Empecé de la mano de mi tío, en mi pueblo, Monreal del campo. Mis primeras horas como escalador las pasé en el panel que había en el sótano del pabellón, simplemente quería hacer lo que hacían los mayores.

Más tarde, el Ayuntamiento nos cedió un local mejor y empecé a participar en mis primeras competiciones a nivel autonómico.

Para mi sorpresa, empecé ganando, desde benjamín hasta juvenil pude proclamarme Campeón de Aragón año tras año, pero mientras tanto ocurrieron muchas cosas y tomé decisiones que me llevaron hasta donde a día de hoy estoy.
En el transcurso de estos 12 años, tuve la suerte de conocer a Dani Moreno, quien era entonces el seleccionador de Aragón y enseguida pasé a formar parte de la Selección y empecé a competir en mis primeras pruebas nacionales. Dani, a día de hoy, es mi entrenador, consejero y amigo.

Todo el mundo tiene sueños y, por suerte, puedo decir que cumplí uno de ellos, ser Campeón de España de escalada. Cuando eres joven, todo el mundo es más resultadista, a día de hoy, todavía pienso que tener ese sueño era absurdo, pero en ese momento era mi motivación para despertarme cada mañana, ir a clase y a la tarde entrenar para perseguir eso que me quitaba el sueño.

Como todas las etapas se acaban, la mía se acabó participando en la Copa de Europa Absoluta, representando a la Selección Española, algo que a mí nunca me hizo demasiada ilusión, pero sé que a los míos sí. En ese momento, mi motivación y mis sueños iban en otra dirección.

Esa dirección era Huesca, una decisión difícil, irme de casa para poder convertirme en un mejor escalador, sin dejar de lado los estudios y trabajar para cubrir los gastos. Tuve la suerte de poder dedicarme profesionalmente a aquello que amaba. Los rocódromos Nowa en Huesca y Bulderland en Zaragoza me dieron esa oportunidad, trabajo que a día de hoy mantengo.

Mi nueva motivación pasaba por escalar en roca, algo que mi trabajo me permite. Esa motivación todavía no se ha ido, sigue intacta, y es lo que me hace sentir vivo. Ahora, mis proyectos son vías de alta dificultad, no es como la competición, pero el sacrificio y las ganas son las mismas.

Con los años maduras y aprendes cosas, una de ellas es que cuando competía, en ese momento solo me fijaba en el resultado dejando de lado todo lo aprendido en el proceso, por suerte, a día de hoy, el proceso para convertirte en quien quieres ser es lo que más valoro. Mi única motivación ahora mismo es intentar ser el mejor escalador que pueda ser.

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