
A lo largo de sus 30 años, la Asociación de Comercio e Industria de Calamocha ha sido testigo del dinamismo y la resiliencia del tejido empresarial en el medio rural. Este aniversario no es solo una celebración, sino también un momento para reflexionar sobre los desafíos y oportunidades que se presentan. El mundo actual exige innovación constante, y el medio rural no es la excepción. Las empresas que logran reinventarse y ofrecer productos o servicios únicos son las que se adaptan a las nuevas tecnologías y a las demandas del mercado. Calamocha, con su rica tradición y su potencial, puede ser un ejemplo de cómo la creatividad y el trabajo duro pueden generar negocios prósperos. La innovación no siempre implica tecnología punta, muchas veces es cuestión de mentalidad. Abrir una tienda de productos locales de alta calidad, crear experiencias turísticas únicas o digitalizar la gestión de un negocio tradicional son ejemplos de cómo la innovación puede revitalizar la economía local. Sin embargo, para que este progreso sea sostenible, es crucial abordar el relevo generacional. Es vital atraer a los jóvenes al territorio, mostrándoles que el medio rural ofrece oportunidades de crecimiento profesional y personal. La asociación ha de seguir siendo un puente, conectando a empresarios experimentados con las nuevas generaciones, facilitando la transferencia de conocimiento y promoviendo la creación de nuevos proyectos. Lamentablemente, el camino no está exento de obstáculos. A menudo, las iniciativas locales se ven frenadas por la burocracia y las decisiones políticas que, lejos de apoyar, entorpecen el desarrollo. Es frustrante ver cómo la inestabilidad política y la falta de visión a largo plazo ponen “palos en las ruedas” una y otra vez, independientemente del partido en el poder, pero sobre todo marcado por los nuevos partidos “salva patrias”. La carga impositiva desproporcionada que recae sobre los pequeños comercios y empresarios es un claro ejemplo de esta falta de apoyo. Mientras las grandes corporaciones y empresas tecnológicas disfrutan de beneficios fiscales, quienes mantienen vivo el territorio, los pequeños y medianos empresarios, se ven obligados a soportar una carga fiscal excesiva. Es hora de que los dirigentes políticos apuesten por el medio rural. Se debería incentivar la actividad económica con beneficios fiscales, ayudas al funcionamiento en su máximo porcentaje y políticas que simplifiquen los trámites. Celebrar 30 años de ACIC es reconocer el esfuerzo de muchas personas. Solo juntos aseguraremos un futuro para Calamocha y para todo el medio rural.
