POR CARMEN TORTAJADA

Resulta indudable que lo que estamos viviendo en los últimos días no viene de ahora, es un problema que viene arrastrando desde hace mucho. Sectores como el pesquero, ganadero, agrícola o el del transporte, llevan haciendo frente a grandes injusticias desde hace mucho tiempo.
Con la subida del combustible como detonante, el sector del transporte se encuentra en paro nacional indefinido, pero a toda esta reivindicación, se le suma un comportamiento vergonzoso por parte del Gobierno.


La huelga fue convocada por la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte, una “nueva” asociación de PYMES y autónomos del transporte, independiente de las grandes y viejas asociaciones, que desde antaño forman la Confederación Nacional de Transportes (CNT), la cual no apoyó el paro en un principio. Plataforma y su presidente, Manuel Hernández, ha dado un rayo de esperanza a una profesión menospreciada desde hace mucho tiempo.


Tras casi una semana ignorando la protesta, y cuando la señora ministra comienza a ver las orejas del lobo, Raquel Sánchez decide reunirse con el Comité de toda la vida, excluyendo así la plataforma que ha convocado el paro, y ¿Por qué motivo? La ministra los califica de minoritarios, ultraderechistas y de defensores de Vladimir Putin, una vez más, nuestros ministros haciendo amigos.


Tratan de ultraderechistas a aquellas personas cuyo propósito es trabajar, no buscar subvenciones.
En mi caso, hija y nieta de camionero, he vivido esta profesión en casa desde que tengo uso de razón. Esos “ultraderechistas”, se levantan a las cinco de la mañana y vuelven a sus casas a las diez de la noche, si es que duermen en casa. Los transportistas se desviven por su profesión, con mil rompimientos de cabeza y trabas burocráticas. Esos “ultraderechistas” cierran la puerta de su casa sin saber si volverán, porque se juegan la vida en la carretera, donde pasan la mayor parte de su vida.

Los mismos “ultraderechistas” se encargan de llevar de lado a lado todo tipo de mercancías, y hacen que todo lo demás funcione y tenga sentido. Muchas veces, los transportistas ultraderechistas, se pierden muchos momentos con su familia. Pero, sobre todo, esos “ultraderechistas” fueron aquellos que durante el confinamiento y la pandemia eran imprescindibles. Ellos no se quedaron en casa, salieron y abastecieron a la población con todo lo que requería la situación, y los aplaudíamos. Entonces, Señora ministra, ¿Cuándo alguien es imprescindible y cuándo no?, ¿Por qué su orgullo no le permite sentarse a hablar con estos hombres y mujeres?


Hay que observar la situación desde un punto de vista conjunto, la situación no es solo desgarradora para los implicados de forma directa en este sector, sino para toda la ciudadanía. El sector primario, siempre ha apoyado con creces a los transportistas, viven una situación similar, y lo comprenden. La importancia que tienen los sectores que preceden al terciario es abismal, ya lo dicen ellos: “Si el campo no produce, la ciudad no come”, pero es que, si el campo o las fábricas producen, y los transportes no hacen que esos productos lleguen, nos remontamos a la misma situación. Todo es una cadena, todas las partes necesitan coexistir para la actividad diaria. Por eso, si usted va al supermercado y se alarma de que faltan ciertos productos, o le llega más tarde su pedido de “ropita chachi”, no piense solo en usted, porque detrás de todo esto hay vidas de familias que luchan por la dignidad de su profesión, afectadas por las decisiones un gobierno carente de conocimiento de lo que hay detrás de un transportista. Señora ministra, para hablar de estas personas con el respeto que se merecen, por favor, lávese la boca.

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