En el acto, celebrado en Monreal del Campo, se honró el legado de la cantadora, quien estuvo acompañada por vecinos, familiares, alumnos y varios compañeros

En la Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora de Monreal del Campo, se rindió un sentido homenaje a Teresa Pomar, una de las grandes voces de la jota aragonesa. La cantadora estuvo acompañada por sus compañeros de escenario Nacho del Río, Beatriz Bernad, Yolanda Larpa, Vicente Olivares y Piedad Gracia, además de los bailadores Ana María Mega y Marcos Calvo y la agrupación Rondalla Burearte, quienes ofrecieron un espectáculo memorable con sus mejores jotas. La emoción y el cariño fueron los protagonistas de la velada, el pasado mes de noviembre, en la que se reunieron familiares, amigos y seguidores de la artista para celebrar su legado.
El evento fue organizado por la Asociación Jotera ‘La Rosa del Azafrán’, cuyos miembros quisieron rendir tributo a su profesora. Durante la velada, Pomar, visiblemente emocionada, confesó que al principio no quería un homenaje, pero al tratarse de una sorpresa, terminó por dejarse llevar por la emoción. Agradeció a la junta organizadora y expresó su orgullo por recibir este reconocimiento en vida. “Es un privilegio ver tanto cariño y aprecio, y saber que lo que he compartido con los demás ha dejado huella”, afirmó.
Con una trayectoria de décadas, Teresa Pomar ha sido una de las intérpretes más destacadas de la jota, participando en certámenes y festivales de gran prestigio. Su voz inconfundible y su pasión por la música la convirtieron en un referente indiscutible del folclore aragonés. Además, su labor como maestra ha sido clave para la preservación de este arte, transmitiendo sus conocimientos a varias generaciones de cantadores que han seguido sus enseñanzas con dedicación y respeto. Su compromiso con la jota va más allá de los escenarios, ya que ha trabajado incansablemente en la formación de jóvenes talentos, inculcándoles el amor y la disciplina necesarios para mantener viva esta tradición.
Aunque ya no canta sobre los escenarios con la misma frecuencia, sigue enseñando a las nuevas generaciones junto a su marido, quien les instruye en la guitarra. “Es una forma de seguir sintiéndome parte de esto, aunque no suba al escenario”, comentó con una sonrisa. Su legado sigue creciendo a través de sus alumnos, que encuentran en ella una guía y un ejemplo de entrega y pasión por la jota.
El evento reafirmó el valor de la jota como una expresión cultural viva, arraigada en el corazón de quienes la interpretan y transmiten. Más que un simple género musical, la jota es un símbolo de identidad y unión que se mantiene vigente gracias a personas como Teresa Pomar, que han dedicado su vida a enriquecerlo y protegerlo. La noche concluyó con un brindis en honor a la homenajeada, quien, entre abrazos y palabras de cariño, reiteró su gratitud y emoción por el reconocimiento recibido.

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