
JOAQUÍN EGEA
Concejal en el Ayuntamiento de Alcañiz y exsenador
Cuando algo deja de funcionar —en una pareja, un grupo de amigos o un partido político— lo mejor es terminar la relación. Forzar la convivencia en medio de la desconfianza sólo conduce a un innecesario desgaste cargado de reproches y, con el tiempo, a una ruptura más dolorosa. No se trata esta de una ruptura con Teruel Existe, partido en cuya acta fundacional figura mi firma, sino con las personas que lo dirigen. Al contrario de lo que cantaba Rocío Jurado, «no se ha roto de tanto usarlo» sino fruto de desconfianzas y traiciones; de la soberbia de unos dirigentes que han convertido un movimiento social amplio y simpático en un partido pequeño y antipático.
No reniego de los fundamentos del Movimiento Ciudadano, he conocido a grandes personas con las que me une una gran amistad y a las que admiro por su capacidad de trabajo y abnegación por este proyecto. Me hicieron sentir que formaba parte de un todo diverso, pero con los objetivos claros. Una familia heterogénea que trabaja para la consecución de los objetivos que el Movimiento Ciudadano lleva 25 años defendiendo. Recordándonos que hay cosas que sólo se consiguen si se reivindican en la calle. Un movimiento social del que surgió un partido que pretendió demostrar que otra forma de hacer política era posible pero al que su clase dirigente ha convertido en una formación aislada y soberbia. Que se cree mejor que los demás y que no ha sabido aprovechar su momento político llevando al cajón de la historia anhelos que, a día de hoy, siguen huérfanos.
El movimiento ciudadano que ilusionó a miles de turolenses ha visto diluir sus esencias. Sigo defendiendo la necesidad de caminar juntos todos los pueblos de la provincia, que la fortaleza en comunión de sus polos fuertes, Teruel y Alcañiz, será la que permita desarrollarse a todo el territorio aportando las infraestructuras y servicios que se necesitan. Defiendo ese proyecto común, más allá de las siglas. Mientras, el partido que parecía trabajar por estos objetivos ha terminado convertido en una suerte de PYME familiar donde lo importante es que tenga resuelto su futuro económico el matrimonio dirigente. No cuestiono el trabajo ni el compromiso de muchas personas que siguen en el proyecto. Al contrario: he compartido con ellas objetivos, esfuerzo y esperanza. Me duele especialmente que muchas de ellas se hayan visto desplazadas o silenciadas por el rumbo impuesto. Las decisiones se han tomado en círculos reducidos, sin debate ni escucha, y el proyecto se ha ido alejando de la calle, de la sociedad turolense, y de la vocación integradora que caracterizaba a Teruel Existe.
En el ámbito local, continúa mi compromiso y trabajo, junto con un grupo de personas de total confianza, para cumplir con nuestra propuesta para Alcañiz y refrendar la confianza que los electores nos otorgaron en mayo de 2023. Proponiendo y defendiendo proyectos para Alcañiz; algunos ya en marcha, otros que lo harán próximamente. Siguiendo aquella máxima de la tristemente extinta Agrupación de Electores Teruel Existe: “hacer hacer”. Donde lo importante era la consecución de los objetivos sin tener en cuenta el quién y el con quién se realizaban. No voy a reivindicar mi desempeño en política desde 2019. Quienes me conocen, aquellos que realmente me importan, saben todo el trabajo que se ha desarrollado y el esfuerzo y sacrificios que hay detrás. No voy a discutir tampoco los motivos de mi decisión, cada uno de los implicados tienen, como tengo yo, su propia visión. A quien me pregunte, contestaré. Pero no expondré públicamente mis vivencias de estos últimos meses. Tengo la conciencia muy tranquila porque sé que, en todo momento, he actuado con lealtad hacia los valores del movimiento ciudadano y hacia las personas que apostaron por mí para representarlo en las Cortes Generales. Nadie podrá decir, además, que mi compromiso no ha sido sincero.
Anuncio, a quienes están detrás de cuanto ha sucedido, que no voy a dejar el acta de concejal. Sigue habiendo un programa electoral por el que trabajar y un buen equipo de trabajo que me apoya. Existe un programa electoral que elaboraron quienes aún están en este proyecto y por el que merece la pena seguir peleando en el Ayuntamiento
La decisión que hoy anuncio lleva meses madurando, al constatar que formaba parte de un grupo de personas que habíendome invitado a compartir mesa y mantel me dejaron claro, cuando les interesó, que nunca me consideraron uno de los suyos. Aprendí muy joven —quizá de la forma más dura— que nunca se cae bien a todo el mundo. Soy consciente que habrá quien se sienta defraudado por mi trabajo y de que habré cometido errores. En la ilusión por transformar, a veces uno avanza sin medir bien cada paso. Tengo, sin embargo, la conciencia muy tranquila porque siempre he actuado desde la honestidad y, sobre todo, sin causar daño a nadie. Ninguna de las decisiones se ha tomado de manera unilateral, todas han sido meditadas teniendo en cuenta las bases de los ideales que han marcado, por lo menos hasta mayo de 2023, nuestro hacer en política. Por eso, cuando no me he sentido querido y respetado, he decidido marcharme. Recojo las palabras de alguien que hace tiempo que se fue: “Llegué ilusionado y me voy convencido”. Mi historia política en Teruel Existe empezó de manera casual en 2019 , en Escucha por un ataque de tos y terminó, ahora lo sé, poco después de las elecciones de mayo de 2023 en Cutanda. La traición de quien consideré y traté como un muy buen amigo me sorprende por cuanto compartimos.
El expediente que se me abrió no ha sido más que la excusa perfecta para acelerar lo inevitable. La Mesa de Respeto y Garantías, curioso oxímoron, ha demostrado, con su comportamiento injusto y autoritario, el avanzado estado de descomposición de Teruel Existe (partido político). Lamentablemente, en lugar de fortalecer el espíritu colectivo, la organización ha derivado hacia una estructura rígida, aislada y ensimismada. Más preocupada por su propia supervivencia que por los intereses generales que la inspiraron. Ha optado por un repliegue sectario y caciquil, rodeándose de un puñado de fieles que siguen a un líder mesiánico de salón, que confunde el liderazgo con el dogma y el poder con el culto a su ego. Alguien que ha demostrado sobradamente su torpeza política, carente de estrategia u objetivo, cuya deriva errática está arrastrando al proyecto a la irrelevancia elección tras elección. Triste final para un proyecto transformador que ha devenido fallido.
Sigo creyendo en la fuerza de la sociedad turolense y en su capacidad para regenerarse, más allá de partidos y liderazgos. No tengo certezas absolutas, ni creo en fórmulas mágicas, pero sí tengo la convicción de que merece la pena seguir luchando. Seguiré trabajando con honestidad, con humildad, y con las cicatrices bien visibles, porque también ellas forman parte del camino. Y aunque a veces duela, sigo creyendo que vale la pena seguir intentándolo. La esperanza de que otra forma de hacer política es posible sigue intacta.