Los 23 habitantes del municipio jilocano han sufragado la placa que recuerda a estas víctimas de la Guerra Civil

La localidad jilocana de Santa Cruz de Nogueras ha recuperado del olvido a siete de sus vecinos, cuyos restos yacen en una sepultura común en el cementerio municipal. Después de 84 año, el pueblo de Santa Cruz ha dignificado este lugar colocando una placa que honra la memoria de Tomás Gurría Mateo, Eleuterio Tomás Soriano, Cristóbal Tomás Soriano, José María Latasa Tomás, Leandro Tomás Gurría, Tomás Soriano Mateo y Joaquín Zarazaga Tomás.
Seis de ellos fueron fusilados durante la Guerra Civil en 1936 en diferentes municipios como Villadoz, Lechago o la propia Santa Cruz y otro falleció ese mismo año tras su regreso del cautiverio, según fuentes municipales.
Este acto vecinal tuvo lugar en la localidad el pasado 25 de agosto y en él participaron vecinos y familiares de las víctimas, que descubrieron la lámina con los siete nombres inscritos.
Primera decisión plenaria
Esta es la primera medida adoptada en el primer pleno municipal -que se rige por concejo abierto-, según señaló el alcalde de Santa Cruz de Nogueras, Francisco José Marteles. La decisión fue aprobada por unanimidad, “dignificando este espacio con una construcción moral que da visibilidad a los allí enterrados, incorporándolos a la memoria junto al resto de vecinos que allí yacen”, describió el edil de esta localidad de 23 vecinos.
El actual alcalde, además, ha tratado este asunto a nivel familiar. “Me contaban las anécdotas de uno de ellos, Joaquín Zarazaga, que era mi tío abuelo, y que fue fusilado con 27 años a la salida del pueblo, y me pregunté cómo no se hacía algo al respeco”, explicó. Aprovechando que todavía viven varios familiares de las víctimas, se decidió “honrar a estas personas y dignificar este espacio, algo que quedará para siempre”.
En el acto participaron varios familiares de los siete hombres, destacando la presencia de dos descendientes: el hijo de Tomás Gurría y la hija de Cristóbal Tomás, la que tiene ahora 88 años.
Marteles apuntó que no se trata de una fosa común, sino de una sepultura, “porque fueron enterrados en diversas localidades”. Los restos de estos hombres se trasladaron a su pueblo natal una vez finalizada la contienda civil, explicó el alcalde a esta rotativa; “De hecho, los trajo mi abuelo”, añadió. Tras colocarlos en una parte del interior del cementerio, han permanecido más de ocho décadas sin ningún tipo de indicación o reconocimiento, “solo las personas del pueblo sabían que estaban allí”, apuntó.
Ahora, una placa -que ha sido sufragada por los vecinos de la localidad- recuerda los nombres de estas siete personas a las que sus vecinos han honrado a través de esta iniciativa. Con ella, se recupera del olvido a estos vecinos, su historia personal, así como la del propio municipio.
La mayoría fueron fusilados en las comarcas del Jiloca y Campo de Daroca, salvo Tomás Gurría Mateo, quien murió al regresar del cautiverio. “No estuvieron en la lucha directa, pero al estallar la guerra se dirigieron hacia la zona que estaba en rebeldía, cerca de Cucalón, que estaba en el bando franquista”, describió el alcalde.
En el caso de Joaquín Zarazaga, el joven agricultor estaba a punto de casarse, se quedó en Santa Cruz de Nogueras y lo buscaron una vez terminada la contienda. Su destino no era ser asesinado en el verano de 1936, pero al no encontrar a su hermano, “lo cogieron a él y fue el único fusilado en el pueblo”, recuerda Marteles, quien guarda como una reliquia familiar la aguja que Zarazaga se había comprado para la corbata que iba a llevar el sía de su boda.
En la sepultura también yace casi una familia entera, los restos de los hermanos Eleuterio y Cristóbal se encuentran junto a los de su padre Leandro.

Saber y memoria popular
Marteles ha realizado una búsqueda de información paralela a esta iniciativa y conoce que fue en 1939 cuando su abuelo trajo los cuerpos de las víctimas. “Tenía un carro y le pusieron bastantes problemas, se enfrentó con la autoridad del momento para traerlos”. La labor de búsqueda de nombres no ha sido fácil, según relata el alcalde, los certificados de defunción no estaban en el municipio, las fechas de fusilamiento son distintas y de alguno se desconoce, por lo que también ha sido primordial la investigación a través de la memoria y el saber de los vecinos actuales.
Contexto sin relato
El contexto que rodea la historia de los siete vecinos está todavía por escribir. Por ello el Ayuntamiento de Santa Cruz de Nogueras ha dispuesto un espacio adicional para colocar en un futuro una placa con un código QR que explique la historia de estos santacruzanos. “Si alguna persona interesada, con nociones históricas y que quiera profundicar en ello, escribe un relato, lo vincularemos a este código”, comentó el representante municipal.
Francisco Marteles es por primera vez alcalde tras las elecciones municipales del pasado mes de mayo, a las que se presentó por VOX. Aunque este partido político defiende la supresión de la ley de Memoria Democrática, Marteles considera que “existe un tema por encima de las leyes positivas que salen por el poder legislativo, esto es un acto de dignidad relacionado con la ley natural, no hacen falta leyes de ningún tipo para dignificar los nombres de gente que murió”, defendió el alcalde de Santa Cruz, donde la unión vecinal ha logrado rescatar del olvido a siete hombres.