Recientemente se ha celebrado el Día Internacional de las Personas de Edad, con nuevas reivindicaciones que solicitan un mayor protagonismo en la sociedad. Nuestros mayores son esas personas que, en su mayoría, han dado lo mejor de sí para que las nuevas generaciones podamos vivir hoy de la manera en la que lo hacemos. Ellos han reclamado unas mejoras salariales y de calidad de vida, y lo siguen haciendo en busca de unas pensiones dignas. No es posible concebir una sociedad donde no se respete a nuestros abuelos. A muchos de ellos les ha tocado vivir momentos muy duros durante la posguerra y cuando no existía tanta tecnología para las labores del campo. La experiencia es un grado, por lo que todos ellos tienen mucho que enseñar. Poco a poco la brecha generacional que parece haber entre mayores y jóvenes se va haciendo más pequeña, y esto es gracias al nacimiento de nuevos proyectos intergeneracionales, donde mayores enseñan a adolescentes, y viceversa, al menos es lo que ocurre en el Hogar de la Tercera Edad en Calamocha.
Es necesario replantearse el papel que estas personas juegan en nuestra sociedad. Tal y como comunicaban en su manifiesto, se solicita un incremento del conocimiento global y una mayor concienciación sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como generar compromisos entre todas las partes interesadas para potenciar la protección de los derechos humanos de las generaciones actuales y futuras de personas mayores en todo el mundo. También se pide a los gobiernos y a las entidades de la ONU que revisen sus prácticas actuales con el fin de integrar mejor en su trabajo un enfoque de los derechos humanos a lo largo de la vida de las personas. La mayoría de las zonas rurales suelen ser envejecidas, por lo que estas personas forman parte de un alto porcentaje de nuestra sociedad. Por ello se han creado residencias y espacios que mejoran y hacen más cómoda su vida diaria. Estas residencias o centros de mayores deben estar reguladas y supervisadas por la sociedad, denunciando la precariedad o cualquier trato indigno que estas realicen.
Fueron estas las más azotadas durante la pandemia de COVID, las que más sufrieron por no tener los recursos necesarios para hacerle frente. Es importante creer en nuestros mayores como lo hace la ‘silver economy’, convencidos de que serán el motor de la economía del futuro. Basada en productos y servicios destinados a satisfacer las necesidades de los mayores de 50 años. Este concepto, derivado del llamado ‘silver market’ surgido en Japón —el país con mayor porcentaje de personas mayores de 65 años—aglutina a sectores tan diversos como la salud, la banca, la automoción, la energía, la vivienda, las telecomunicaciones, el ocio y el turismo, entre otros. Una de las claves de la ‘silver economy’ estará en la innovación tecnológica. Los avances en domótica, Inteligencia Artificial o Internet de las Cosas harán de nuestros mayores unas personas integradas y protagonistas de estos años venideros y donde seguro seguirán enseñándonos a los más jóvenes.