Antonio Abad

Concejal del Ayuntamiento de Calamocha

Un día deberá estudiarse la increíble capacidad de los institutos del Jiloca (situados en Calamocha y Monreal) para con lo escaso de sus medios y población, hacer magia. Bendición de educación pública, gratuita y de calidad en lugares en los que la educación privada no encontraría lucro. La magia, ya se sabe (según Arthur C. Clarke) es indistinguible de cualquier tecnología suficientemente avanzada. Y estos institutos suelen estar año tras año en premios y galardones a la excelencia y a ellos se debe en gran medida el progreso humano y social de nuestros territorios. Han despertado y dirigido vocaciones por muchas décadas y estoy seguro de que lo van a seguir haciendo por muchos más años de forma magistral.


Yo hace ya más de veinte años que abandoné el I.E.S. Valle del Jiloca, en Calamocha, y he sido consciente de que allí se sentaron las bases de todo lo que ha venido después. Allí (que me perdonen el resto) la asignatura de Tecnología Industrial se convirtió en mi favorita. Llegó un curso en el que solo la escogimos seis alumnos y aún así, pudimos cursarla.
Y esta asignatura fue la que a algunos de nosotros nos introdujo entre otras cosas en las posibilidades de la técnica y el progreso humano, en las capacidades de las energías renovables y lo inexplicable de su entonces escaso despliegue frente a otras fuentes en las que grandes compañías energéticas tenían entonces intereses variados: los combustibles fósiles, las nucleares o la hidroeléctrica. Mediante diferentes y rebuscados argumentos se trataba de sacar de la ecuación esas molestas energías renovables. Ello impedía el despliegue de lo que podría ser un escalón superior de desarrollo humano: aprovechar lo inagotable de la energía del Sol o los vientos para seguir progresando, evolucionando. Ilusionante. Uno podía imaginar molinos en el horizonte futuro si conseguíamos romper las cadenas. Pero la utopía se transformó en distopía.


Y por arte de magia, hoy, año 2024 y asistiendo a una curiosa trayectoria a la que podríamos poner origen en 2016, vemos que quienes en otra época podrían haber sido agentes de la industria tabacalera, la petrolera o la del juego, hoy vienen a ser comisionistas, profetas y representantes de las otrora perfectamente respetables energías renovables. Hoy ya sabemos que hay que puntualizar que las renovables han de ser además sostenibles. En otro tiempo nos hubiera parecido imposible que esto no pudiera sobreentenderse. Pero no hay que subestimar la avaricia humana. Porque no hay sostenibilidad en los grandes tendidos de líneas de Muy Alta Tensión, no hay sostenibilidad en la construcción de grandes pistas (autopistas) en nuestros montes o no hay sostenibilidad en arrasar millones de árboles que tardaron cientos de años en crecer en pro de una transición energética manifiestamente injusta e improvisada. Un nuevo triunfo del modelo especulativo en el que las instalaciones se compran y se venden a precios cada vez mayores, sin realidades tangibles, sin transparencia en los acuerdos ni beneficios duraderos para el territorio.


Desde Teruel Existe no nos cansaremos de repetir que en Aragón hay superficie más que suficiente para que la administración ordene e indique dónde es adecuada la instalación de macroparques, respetando las características naturales y paisajísticas del país. No nos cansaremos de repetir que somos pro renovables y anti especuladores, comisionistas y otros subproductos de la economía que no dudarán en promover aquello que les genere beneficios fáciles y rápidos aun a costa de nuestro patrimonio natural y humano; hipotecando cualquier otro uso alternativo del territorio para las próximas décadas. No puede ser que las peores fuerzas de la economía puedan plantear la explotación y destrucción de cualquier espacio, por valioso que sea, y que la Administración se siente a mirar.

Comparte esta Noticia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *