Encarna Ciruelo y Valero Marzo anticiparon el cierre de su negocio motivados por la evolución del sector joyero

Valero y Encarna posan delante de uno de sus mostradores

La conocida ‘Joyería-Relojería Ciruelo’ de Calamocha dijo adiós a su clientela el 31 de octubre, tras 46 años en funcionamiento desde que los hermanos calamochinos que daban nombre al establecimiento con su apellido la montaran en 1977, sumándose así a las que ya habían fundado en Barcelona. Encarna Ciruelo y Valero Marzo, hija y yerno de uno de los fundadores cogieron el testigo de los primeros gerentes del establecimiento de la villa después de seis años de la apertura. Este matrimonio ha estado al frente del establecimiento, que ocupó dos ubicaciones, durante 40 años ofreciendo el servicio de joyería y relojería.
En este tiempo han sido testigos de la evolución del comercio local y han vivido “años buenísimos, la verdad, el comercio funcionaba muy bien, pero últimamente el tema de joyería ha evolucionado mucho y el oro ha subido mucho. Hace unos años vimos que ya no era negocio como tal y decidimos cerrar”, apuntaba Valero Marzo. La propietaria indica que desde el cierre “me falta algo, es triste, aunque te tienes que acostumbrar”, además, como vecina y parte fundadora de la Asociación de Comercio e Industria de Calamocha, ACIC, en 1995, espera “que el comercio en Calamocha siga y tire para adelante. Se puede cerrar una tienda por jubilación, pero se tiene que abrir otra. Hay muchas posibilidades con las tiendas que hay y la gente, pero es necesario el granito de arena de todos”, aludiendo así a la necesidad de apoyar al comercio de cercanía por parte de toda la población.

Una de las estanterías del taller sigue con relojes aún por recoger y los dos detrás de los mostradores

En el balance de toda su trayectoria laboral en este negocio se quedan con los buenos momentos y recuerdan los primeros pasos que dieron, incluso en los momentos previos a coger las riendas de la joyería, cuando Valero tuvo que ir a Barcelona a estudiar relojería para después ofrecer el servicio en la localidad jilocana. Además, su evolución en las primeras ventas llegó con las celebraciones de los momentos especiales de sus vecinos que se convirtieron en clientes, y en muchos casos en amigos, “fuimos evolucionando a base de que la gente compraba regalos para Navidad, San Valentín, comuniones… así la gente compraba sus joyas. Nos han dado mucho cariño y nosotros también a ellos”, explicaba Encarna Ciruelo que coincidió con las palabras de su marido mostrándose agradecido por “la confianza que han depositado en nosotros durante estos años, hemos hecho grandes amigos en clientes y proveedores”.
Las cuatro décadas dedicadas a la joyería y la relojería dejan un recuerdo y una impronta especial en todos los conocidos de esta pareja que dedicaron sus esfuerzos para prestar a cada uno de ellos una atención personalizada mostrando su cercanía como seña identificativa.

Los padres de Encarna en una de las joyerías de Barcelona y los inicios del actual local en la calle Justino Bernad
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