La Constitución Española se aprobó en 1978, tras las elecciones de 1977, y fue ratificada por los ciudadanos el 6 de diciembre de ese año. Desde entonces, es la ley más importante de España, porque organiza cómo funciona el país y protege los derechos de todas las personas.
Gracias a la “Carta Magna”, se sabe cómo se reparten los poderes entre el Estado y las administraciones locales, como las comunidades autónomas, las provincias y los municipios. También define cómo se gobierna España y cómo se relacionan entre sí los distintos poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial.
La Constitución es democrática: esto significa que los ciudadanos elegimos a nuestros representantes mediante elecciones libres y periódicas. También es consensuada, porque fue acordada por distintos grupos políticos para reflejar los valores de toda la sociedad.
Entre sus características principales destacan:
Rigidez: solo puede modificarse siguiendo un procedimiento especial.
Extensión: Contiene 169 artículos, cuatro disposiciones adicionales, nueve transitorias, una derogatoria y una disposición final. Es la más completa desde la Constitución de 1812.
Aplicación directa: todas las demás leyes deben respetarla y cumplir lo que establece.
Además, recoge disposiciones adicionales y transitorias que permiten organizar la aplicación de sus normas y asegurar la continuidad del Estado, así como una disposición derogatoria que elimina las leyes anteriores que contradicen la Constitución.
¿Sabías qué?
A lo largo de su historia, España ha tenido 8 constituciones oficiales, que reflejan cómo ha cambiado la forma de gobernarse y los derechos de los ciudadanos:
1812 – Constitución de Cádiz: primera Constitución española, sentó las bases de la soberanía nacional y los derechos individuales.
1834: reorganizó la estructura del gobierno y ajustó la distribución de poderes.
1837: introdujo un modelo más liberal, equilibrando el poder del Rey y del Parlamento.
1845: reforzó la autoridad del monarca y limitó algunas libertades.
1869: abrió la puerta al sufragio universal masculino y promovió la participación ciudadana.
1876: comenzó la Restauración, con un sistema monárquico parlamentario más estable.
1931: amplió derechos civiles, reconoció la autonomía regional y modernizó las instituciones.
1978: la Constitución que usamos hoy; consolidó la democracia, los derechos fundamentales y la organización territorial del Estado.

Estas ocho constituciones muestran cómo España ha ido adaptando sus leyes y forma de gobierno a los cambios históricos y sociales, hasta llegar al sistema democrático actual.

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