
En el municipio de Langa del Castillo, ubicado en un entorno natural que ha sufrido transformaciones a lo largo de los años, ha surgido una iniciativa local que busca restaurar parte de su identidad y embellecer su paisaje. Se trata de la Cofradía del Ciprés de Langa del Castillo, un grupo formado por siete personas que ha decidido continuar una tradición que el Ayuntamiento había comenzado, pero que se interrumpió con el tiempo. Su propuesta es sencilla pero poderosa: plantar un ciprés cada año para devolver al paisaje la verticalidad y la frondosidad que se perdió con la eliminación de muchos árboles en su momento.
Antonio Abengochea, uno de los integrantes de la Cofradía, ha dado a conocer los detalles sobre el origen y los objetivos de esta noble causa. Según sus palabras, en años anteriores la Asociación Cultural de Langa del Castillo había iniciado la tradición de plantar un ciprés por año; sin embargo, esta iniciativa fue suspendida, lo que llevó a un pequeño grupo de ciudadanos a decidir retomar la idea. “Nosotros, entre siete personas, decidimos seguir plantando un ciprés al año para devolverle al paisaje esa verticalidad que se perdió. En su momento, se suprimieron muchos árboles, y el entorno quedó bastante desolado. El objetivo es embellecer nuestro pueblo y mantener viva la tradición año tras año”, ha explicado Abengochea.
El ciprés, un árbol que en muchas culturas simboliza la fortaleza y la eternidad, se ha convertido en el emblema de este movimiento. La comunidad ha respondido positivamente a la iniciativa, aunque, según el integrante, aún no se han animado a participar activamente. “La gente se interesa, les gusta que sigamos con el proyecto, pero todavía no se han decidido a involucrarse de manera directa”, ha señalado. A pesar de ello, la Cofradía sigue adelante, convencida de que este esfuerzo contribuirá a dar una nueva vida al paisaje de Langa.
La visión de la Cofradía del Ciprés no se limita a plantar un solo árbol cada año. En el futuro, esperan que este proyecto crezca considerablemente. “A largo plazo, nuestro objetivo es plantar no solo un ciprés al año, sino hasta cuarenta, para convertir el proyecto en una señal clara de la renovación natural y la identidad de nuestro pueblo”, ha manifestado Antonio Abengochea. Esta meta ambiciosa refleja el compromiso del grupo con la preservación del entorno y la mejora del paisaje de la localidad.
El impacto de este proyecto va más allá de la estética. Cada árbol plantado es un recordatorio de la importancia de la naturaleza y el entorno en la vida de la comarca. Al mismo tiempo, la iniciativa promueve la cooperación entre los vecinos, fortaleciendo los lazos sociales y creando un sentido de pertenencia en torno a un objetivo común.
La Cofradía está revitalizando el paisaje físico de Langa del Castillo y, a la vez, está sembrando semillas de esperanza y orgullo, creando unos vínculos más fuertes de amistad. El proyecto demuestra cómo una pequeña acción, como plantar un árbol, puede tener un impacto en la zona y el medio ambiente.
Con cada ciprés, Langa del Castillo da un paso firme hacia la recuperación de su entorno.