
Mi nombre es Gregoria y he cumplido 100 años. Quiero celebrarlo dando las gracias a quienes habéis formado parte de mi vida, y a través de las palabras del Papa Francisco:
- Sonreír, un cristiano siempre es alegre.
- Dar las gracias (aunque no “debas” hacerlo).
- Recordarle a los demás cuánto los amas.
- Saludar con alegría a esas personas que ves a diario.
- Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor.
- Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita.
- Levantarle los ánimos a alguien.
- Celebrar las cualidades o éxitos de otro.
- Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita.
- Ayudar cuando se necesite para que otro descanse.
- Corregir con amor, no callar por miedo.
- Tener buenos detalles con los que están cerca de ti.
- Limpiar lo que uso en casa.
- Ayudar a los demás a superar obstáculos.
- Llamar por teléfono a tus padres y familiares.
Ayuna de palabras hirientes y transmite palabras bondadosas.
Ayuna de descontentos y llénate de gratitud.
Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia.
Ayuna de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo.
Ayuna de preocupaciones y llénate de confianza en Dios.
Ayuna de quejarte y llénate de las cosas sencillas de la vida.
Ayuna de presiones y llénate de oración.
Ayuna de tristezas y amargura y llénate de alegría el corazón.
Ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás.
Ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación.
Ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros.
Así lo cotidiano se llenará de paz, confianza, alegría y vida.
No son las personas felices las que son agradecidas, son las personas agradecidas las que son felices.
“Gracias a quienes habéis hecho de mi larga vida un camino feliz. Gracias a quienes habéis estado a mi lado en momentos fáciles y difíciles. Gracias a quienes hacéis la vida más justa, pacífica y solidaria”.
Zaragoza, 12 de marzo de 2025