La generación de energía renovable está en auge y es uno de los objetivos que muchos proyectos empresariales plantean. Desde la creación de energías a través de los molinos de viento, pasando por las placas solares fotovoltaicas hasta los ancestrales saltos de agua. Todo va evolucionando y buscando nuevas formas de obtener energía con un menor coste que la importación de energías fósiles de otros países. Este es el caso de la planta de biometano que se instalará en Fuentes Claras próximamente. Un proyecto que se presenta como una solución sostenible para la gestión de residuos orgánicos y la producción de energía limpia. Convertir residuos como purines o desechos agrícolas en una fuente de energía es, a priori, un negocio indiscutible, suponiendo además una alternativa a los combustibles fósiles que reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero. Asimismo, contribuye a una mejor gestión de los residuos orgánicos, evitando la acumulación de purines y transformándolos en un recurso útil en lugar de dejarlos descomponerse de manera descontrolada. Otro de los efectos positivos que tiene este tipo de instalaciones es la repercusión en la economía local, con la generación de nuevos puestos de trabajo directos e indirectos. Si lo visualizamos desde el punto de vista de los vecinos, todas estas ventajas podrían quedar a un margen. Especialmente si nos centramos en el olor desagradable que suponen este tipo de plantas, sobre todo en los meses más cálidos, o en las preocupaciones que se generan ante un posible problema de seguridad en la planta. Por otro lado, ¿qué parte de esa energía va a utilizarse en la propia zona donde está instalada la planta? Casi en su totalidad, esa energía se va a desvanecer a través de las líneas de evacuación a las grandes ciudades, donde con total seguridad no van a percibir el olor que se genera en el inicio del proceso de producción de energía. En España hay territorios que a través de plataformas vecinales se han puesto firmes respecto a la instalación de este tipo de plantas, llegando incluso a paralizar los proyectos. Existen otras alternativas de energía renovables, como placas solares o aerogeneradores. Cada una de ellas tiene sus propias ventajas e inconvenientes. En cualquier caso, todas ellas tienen puntos en común. Se instalan en zonas alejadas de los puntos de consumo, casi siempre en zonas del medio rural, donde hay espacio más que suficiente. Cada vez encontramos mayor número de artefactos que generan energía, a la par que vemos menos gente viviendo en sus territorios. Se destruyen los paisajes naturales, convirtiendo las amplias y despejadas llanuras en mares negros de filas y filas de placas solares, o montañas repletas de molinos de viento que interfieren en el paso migratorio de muchas aves. Es importante construir un enfoque equilibrado, donde las autoridades locales, empresas y la comunidad trabajen juntas para maximizar los beneficios ambientales minimizando los inconvenientes. Los canales de comunicación son clave para garantizar que las preocupaciones de los vecinos sean atendidas de manera efectiva.

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