
El título de este artículo puede recordarnos al de una película americana de 1959, “El último tren de Gun Hill”, un buen largometraje del “Oeste” con un triste final, como también lo fue la historia del tren de Daroca que duró poco más de 80 años. El último tren que salió de Daroca, el 15 de diciembre de 1984, fue el conocido “Automotor”, que hacía el recorrido entre nuestra ciudad y Calatayud. Apenas habían pasado 83 años desde que la Compañía de Ferrocarriles de Aragón crease la línea ferroviaria que unía Calatayud con Teruel y Valencia, pasando por Daroca, un tren conocido como Central de Aragón que llegaba a Valencia prácticamente en línea recta a través de las fértiles vegas del Jiloca. En principio se puso en servicio el tramo Calatayud-Puerto Escandón y poco después el resto del trazado. La estación de Daroca llegó a ser una de las principales de la línea con unan gran actividad de viajeros y de mercancías. Sirva como ejemplo que en 1929 fue la segunda estación por la que más toneladas de cereal pasaron. Tuvo también mucho auge el transporte de ganado que supuso un importante cambio en las famosas ferias de Daroca, pues se avanzó de manera extraordinaria en lo referente al traslado de reses; los compradores podían elegir en el ferial el ganado que querían y simplemente acercarlo a la estación para desde allí ser transportado a su lugar de destino, y los vendedores traían sus ganados desde distintos puntos de España hasta la estación de Daroca y desde ahí los llevaban al Ferial. El año 1915, por ejemplo, salieron de Daroca 60 vagones repletos de ganado con dirección a Zaragoza, Valencia o Barcelona. También se beneficiaban del ferrocarril los empresarios que viajaban hasta Daroca en el tren con sus negocios de espectáculos, tanto ambulantes como las compañías que venían a los teatros Cervantes y Bretón, a donde acudían los tratantes de ganado y visitantes a disfrutar de las obras dramáticas y comedias que para esos días se representaban en Daroca. Igualmente salieron beneficiados los empresarios de puestos ambulantes de comida y garitas recreativas. En 1933 la nueva línea ferroviaria entre Zaragoza y Teruel no enlazaría en Daroca con la de Teruel-Calatayud, sino por Caminreal, lo que supuso un auténtico “mazazo” económico para Daroca. Ocho años después esta red ferroviaria se nacionalizó pasando a formar parte de Renfe. En 1971 los trenes que hacían el recorrido entre Daroca y Calatayud, denominados Ferrobuses fueron sustituidos por otros más modernos; los ABJ de la factoría Renault, pero los rumores sobre el cierre de la línea eran cada vez más frecuentes y más argumentados. El descenso del número de viajeros recomendaba la supresión de trenes, llegando a las duras estadísticas y finalmente la decisión de “echar el cerrojo” a la estación de tren de Daroca, dejando en el recuerdo el antaño movimiento de viajeros, de recaderos, de carteros que cada día venían a entregar y recoger el correo, en definitiva de un trajín de gentes que le daba mucha vida a esta zona de la línea Santander-Mediterráneo que años atrás llegó a Daroca cargada de esperanza y ahora convertida en víctima de la llamada “reconversión industrial”, terrible decisión tomada en el Consejo de Ministros del 30 de septiembre de 1984, privándonos para siempre de las vistas desde una ventanilla de tren de las murallas de Daroca, de Manchones, la ermita de San Mamés, Murero, Villafeliche, Montón, Fuentes, Morata y Paracuellos de Jiloca, pasando a ser un recuerdo y acaso, terminando también con un “simil” cinematográfico, algunos segundos de visionado en una vieja película.
Absolutamente de acuerdo. Lo reconozco con cierta tristeza y resignación. Suele suceder: determinadas decisiones, tomadas en el reposo de un despacho sin la necesaria y debida reflexión, condicionan la vida y el futuro de varias generaciones e incluso provocan la falta de desarrollo de todo un pueblo, como es el caso de Daroca. ¿Falta de capacidad, de sensibilidad o de ambas?
Gracias por el recuerdo de otros tiempos mejores, Pascual.
Isabel Pascual