EL TULIPÁN NEGRO
Creo haberme leído todos los libros publicados por el escritor Arturo Pérez-Reverte y, sin duda también leeré su última publicación del personaje conocido como “El Capitán Alatriste”, es desde luego uno de mis escritores preferidos, su prosa, a mi juicio, es magnífica, se lee bien, te engancha de las primeras palabras.
Dicho esto y, habiéndome declarado fan del escritor no puedo dejar pasar la ocasión de comentar y dar mi opinión sobre su aparición en el programa televisivo de Antena 3 conducido por Pablo Motos, apareció D. Arturo con aire de “sobradiel”, vamos sobrado de todo y la entrevista hubiera sido muy buena y muy simpática si no se hubieran en la misma insultos para todos, especialmente los políticos y eso que se presentó como un particular, ni político ni psicólogo.
Del expresidente “Zapatero”, se dijo que era tonto y se volvió malo, atontado, tonto perdido, del Presidente actual que era un pistolero, un asesino, que intuía que no se había leído un libro en su vida, malo maquiavélico que era capaz de vender a su madre, de los políticos en general que eran INFAMES.
Del Sr. Feijoo, que era malo en la oposición y que intuía que sería mejor Presidente que Jefe de la Oposición.
Perlas que fue regalando ante un público entregado que reía sus chanzas. Insultos al fin y al cabo sin que el conductor del programa le recriminara nada.
Ya sabemos que estamos instalados en la bronca permanente y en el insulto también permanente y creo que de lo que se trata es de no dejar traslucir ese enfrentamiento a todos los españoles, lo he dicho muchas veces, tenemos que resistir, no podemos pasar al enfrentamiento de los ciudadanos porque las cosas vayan medio bien o medio mal en cuestiones políticas, el tiempo pondrá a cada uno en su lugar.
Terminó su entrevista con unas pinceladas del prólogo de Chaves Nogales en su libro “A sangre y fuego”, repartiendo responsabilidades a un bando y a otro.
A poco que se haya leído sobre nuestra convulsa guerra que enfrento a los españoles con los españoles, habrá que convenir en que al menos en las arengas de un bando y otro había diferencias, los unos intentaban contener y los otros sencillamente avivaban el fuego.
No es objeto de esta opinión hablar de nuestra contienda, la Española; sino la de pedir mesura en la intervenciones, para que al menos la gente que considero inteligente y bien preparada deje de insultar, para eso ya están otros.
