EL TULIPÁN NEGRO
El Foco mediático de la investigación se ha centrado en el fiscal general del Estado y la fiscal Jefe de Madrid.
Los hechos delictivos son la difusión de una nota informativa relativa a vicisitudes procesales de Alberto González Amador, que resulta ser la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Se acostumbra en la instrucción de los casos, por parte de los jueces de instrucción, a dejar puertas abiertas, sobreseimientos parciales, imputaciones residuales por posibles hechos delictivos que parece que no se acaban nunca.
Desde luego, en el Ministerio Fiscal ya existía, en febrero del año pasado, constancia del reconocimiento por el Sr. González, él mismo lo trasladó a la Fiscalía, de su condición de autor de los delitos, lo que era ya un hecho que se había publicitado suficientemente en los medios de comunicación.
La persecución penal se ha de reservar para acciones lesivas de derecho graves y la confesión de la autoría conlleva la conformidad de la acusación y la renuncia a defensa, pues no tiene defensa.
Parece pues que existe una obsesiva persecución hacia el ministerio fiscal en su calidad de investigado, que no hizo, sí lo hizo, otra cosa que salir al paso de unos bulos.
A partir de esas conjeturas, se producen autos de apertura de investigación, con ausencia de motivación y se dispone el allanamiento de las sedes de las fiscalías, del Estado y de la fiscal jefe de Madrid, escandalosa medida, dada la gravedad del delito que se imputa, pues han sido tratados como si de una banda criminal se tratase, es una medida sin precedentes.
Las acciones objeto de investigación, que no son otra cosa que, al parecer, ciertas filtraciones, que no tienen apenas importancia, pues a esas alturas de la imputación ya eran conocidas por todos.
Como conclusión se ha de manifestar que de los asuntos intranscendentes no se han de ocupar los magistrados (de mínimis non curat praetor).
Con la lógica del instructor se habrían tenido que registrar otros despachos, pero yo creo que el más importante que debió ser objeto de registro era el suyo propio.