Participantes en la visita al Castillo de Bueña

Rubén Sáez dio a conocer la fortificación en una visita del ciclo ‘Ensueña Bueña porque suena bien’

Desde el punto más alto de una colina podemos observar el pueblo de Bueña, unas vistas únicas que nos ofrece el lugar donde se levantó su castillo, una fortificación desconocida para muchos.
“Situada sobre un cerrete con forma de cresta rocosa, domina el municipio y el paso natural que forma el barranco del Salto a través de Sierra Palomera. Se trata de un lugar muy estratégico, entre las curvas del barranco, donde se controla el valle del río Jiloca, teniendo contacto visual también con el castillo de Peracense, que se sitúa al otro lado del valle”, describe Rubén Sáez, presidente de la Asociación para la Recuperación de los Castillos Turolenses, Arcatur.
Esta fortaleza esconde algunas curiosidades que Sáez ha descubierto en una visita interpretativa al castillo, el pasado mes de septiembre, enmarcada en el proyecto ‘Ensueña Bueña porque suena bien’.
El origen de la localidad de Bueña fue musulmán, siendo conquistada por Alfonso I tras la batalla de Cutanda. Bueña volvió a ser tomada por los musulmanes a raíz de la muerte del Batallador, tras desmoronarse buena parte de la frontera. Fue reconquistada de nuevo, esta vez por Ramón Berenguer IV y, a partir de ese momento, pasó a formar parte de las fortificaciones aragonesas de frontera con los territorios musulmanes de al-Ándalus. Una vez pasado el peligro musulmán, desde el XIII hasta el XV, el castillo se convirtió en un enclave estratégico, formando parte de la línea fronteriza que se extendía por todo el valle del Jiloca.
Los restos conservados del castillo consisten en un recinto fortificado irregular de planta más o menos rectangular. El recinto tiene tres de sus flancos prácticamente inexpugnables y un cuarto, situado a mayor altura, protegido por un foso excavado en la roca. De todo ese recinto solo conserva un cierto alzado uno de sus muros de mampostería.
En la parte superior del conjunto se levanta la torre del homenaje, que ha sido adaptada como palomar, lo que la ha modificado, aunque también ha contribuido a su conservación. Entre esas alteraciones se incluyó la retirada de las almenas para colocar un tejado a una vertiente.
Según ha detallado Rubén Sáez, a ella se accedía en origen a través de una puerta abierta con un arco de medio punto, también muy modificada en la actualidad.

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