Ya se ha dicho y escrito en varias ocasiones que don Martín Terrer de Valenzuela ha sido uno de los mayores mecenas que Daroca ha tenido a lo largo de su historia, y la verdad es que así es si hacemos un repaso a las obras de arte construidas en esta ciudad entre finales del siglo XVI y principios del XVII que fueron costadas por este darocense.
Don Martín, que fue canónigo en Teruel y Zaragoza, limosnero en la Seo de Zaragoza, obispo de las diócesis de Albarracín, Teruel y Tarazona y arzobispo de Zaragoza, nació en Daroca, en el seno de una familia muy religiosa, un 16 de abril de 1549 y fue bautizado el mismo día en la iglesia parroquial de San Miguel, de esta ciudad. Sus padres fueron, Miguel, natural de Olvés y la darocense Ana de Urrelo, aunque en algunos documentos indica Berastegui como apellido materno.
La profesión de Miguel era la de adobador o curtidor de pieles y muy probablemente el matrimonio habitó una casa en la calle Mayor, en el mismo lugar en donde posteriormente se construiría un magnífico palacio. Seis fueron los hijos de este matrimonio: Isabel, Antón, Miguel, Pedro, Martín y María. Miguel, nacido en 1541 fue racionero en su parroquia de San Miguel de Daroca y más tarde canónigo de Santa María de los Corporales.
Pedro fue quien más se implicó en las tareas administrativas de su hermano, interviniendo en la construcción de la puerta principal de la nueva Colegiata y de la capilla de la Anunciación, para enterramiento familiar. Fue el único de los hermanos varones de don Martín que tuvo descendencia y ente sus hijos estaban, Diego, que también fue sacerdote, Juan José y Agustín, que continuaron la tarea de su padre en gestionar los asuntos de su tío el obispo.
El primero gestionó la compra de la Casa-Colegio de Alcalá, en 1611, para la fundación del Colegio de Teólogos de Aragón bajo el amparo y protección de San Martín y Santa Emerenciana, y Agustín siguió administrando el legado de don Martín para obras pías entre 1624 y 1636, sucediéndole a su muerte en esta tarea, su hijo, llamado también Agustín, con quien se realizó la sacristía y el baldaquino, ya en la segunda mitad del siglo XVII
Muy próximo a la Puerta Baja se conserva todavía ese palacio que mencionábamos, un gran caserón de tres plantas, que fue propiedad de la familia Terrer de Valenzuela, construido a principios del siglo XVII, seguramente, como ya se ha dicho, en el mismo lugar en donde ya estaba la vivienda de los Terrer. Su fábrica es de ladrillo con un gran zócalo de sillería, así como los esquinazos. La primera planta, la planta noble, tiene siete balcones hacia la calle Mayor, que originariamente serían ventanas.
También de piedra es la magnífica portada sobre la que luce el blasón del obispo don Martín, que, aunque bastante deteriorado, todavía se aprecian los elementos del escudo ovalado cuya descripción es: Partido y semicortado. 1º Jaquelado de oro y gules. 2º En campo de azur, Agnus Dei de plata con cabeza vuelta al estandarte de lo mismo, fustado y cruzado de oro y cargado de cruz de gules. 3º En campo de gules, castillo de oro, aclarado y mazonado de sable sobre rocas de lo mismo. Se adorna con Capelo Episcopal. Existen dos retratos de don Martín pintados al óleo hacia finales del siglo XVII, conservados en el Museo de los Corporales de Daroca y en la Sección II del mismo, del Museo de Santo Domingo, que seguramente proceden del palacio de la Calle Mayor.

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