La iniciativa de cooperación con el pueblo saharaui trajo a dos niños y dos niñas a las tierras del Jiloca y Campo de Daroca

Aragón recibió el pasado 7 de julio a 120 niños y niñas saharauis procedentes de los campamentos de refugiados de Tinduf, a través del programa “Vacaciones en paz” para compartir el verano con familias de las tres provincias aragonesas. Del total, cuatro de ellos llegaron hasta la comarca del Jiloca y el Campo de Daroca, concretamente, a las localidades de El Poyo del Cid, San Martín del Río y Daroca, donde residieron dos de ellos. Para la mitad este era el segundo año que llegaban a sus familias de acogida, para los otros dos, fue su primera vez, igual que les ocurrió a 28 niños sahabrauis a nivel regional.
El programa iniciado en 1979, y al que se sumó Aragón en el año 1995, va dirigido a menores con edades comprendidas entre los 8 y 12 años. Durante su estancia en sus nuevas residencias los pequeños reciben asistencia médica además de servirles de respiro en cuanto a las altas temperaturas que se alcanzan en el suroeste de Argelia, así como de las condiciones de los campamentos. “Los niños necesitan salir de donde viven y que conozcan una realidad que ellos no viven habitualmente” comentó Joaquina Bort, residente en El Poyo del Cid y madre de acogida desde el año 2010. Esta edición volvió a recibir a Ali, quien ya estuvo hace un año en su casa “es una experiencia diferente en la que aprende tanto la familia de acogida como el niño, hay un aprendizaje mutuo. Animo a otras familias a que vivan esta experiencia”, resalta la poyera, quien indicó también el único compromiso existente: “Solo tenemos que encargarnos de los análisis, la revisión óptica y el dentista, para asegurar que tienen buena salud”.

La otra familia repetidora fue la de Sonia Pausa, en Daroca, que recibió con los brazos abiertos a Buzeina, una niña que se ha mostrado “más abierta” comentó Pausa. “A la hora de relacionarse estaba más receptiva, tanto con los pequeños, como con la gente mayor. Cuando íbamos por la calle enseguida los llamaba para saludarlos”. El idioma suele ser una de las primeras barreras que se encuentran a su llegada pero conforme pasan los días la comunicación es más fluida, sobre todo en el caso de los menores repetidores. Sonia destaca lo gratificante de la experiencia y añade que “seguirán participando mientras pueda repetir hasta que la niña cumpla los 12 años”. Además, “es una pena que en la provincia de Teruel sólo hayan venido 10 niños y niñas, la acogida no supone tanto esfuerzo y es un verano diferente”.

Nuevas familias
Desde que llegaron el 7 de julio hasta que marcharon el 23 de agosto los pequeños asistieron a distintas citas, a elección de las familias, como las colonias comarcales de verano, en el caso de Ali, o las sesiones matinales de cine en Daroca o de piscina en San Martín del Río a la que acudió el niño de Vicenta Muñoz, primeriza en la experiencia. “Ha sido positiva, pero también dura porque vienen sin saber español, y el mío tenía 8 años aunque algo más infantil. Los primeros días son duros para ambos, pero luego ya te vas conociendo y hay mayor contacto”, indicó. Durante su estancia el menor “era muy feliz con los perros que tenemos, paseando, además de disfrutar en la piscina donde se relacionaba mejor con los mayores”, apuntaba sin saber si repetirá el próximo año. Para Carmen Gil ha sido su primera participación y califica como “positiva” la acogida, aunque “por ser el primer año es duro para ellos, como para los que acogemos. La niña era un poco más cortada de primeras, aunque luego se soltaba y se lo pasaba muy bien”.
Cada una de las cuatro familias ha hecho una inmersión de casi dos meses en otra cultura. Además, han compartido momentos para que los menores tengan en el recuerdo y salgan de su rutina diaria. La edición de este año contó con un descenso en el número de acogidas hechas, cifrándose en 2.800. En la jornada de despedida el Gobierno de Aragón se comprometió a seguir impulsando este trabajo de cooperación.
