Cerca de sesenta años sin festejar un casamiento, Pilar Molina y su marido conmemoraron sus bodas de oro en la iglesia parroquial arropados por amigos y familiares

Pilar Molina y su marido, Gregorio Ruber, durante la ceremonia en Allueva

Desde aproximadamente el año 1966 no se celebraba ninguna boda en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, en el municipio de Allueva. Sin embargo, Pilar Molina, la alcaldesa del pueblo, decidió romper con esta sequía de casamientos y ha celebrado una ceremonia conmemorando su 50 aniversario de boda.
Lo ha hecho junto a su marido, Gregorio Ruber, con quien lleva casada desde 1975. “Nos casamos en la Iglesia de San Antonio, Zaragoza, era la misma boda, pero claro más jóvenes”, ha señalado Molina.
Tanto el plan como el proceso para realizar la boda salió de la forma más espontánea posible: “Como no había problemas para el cura ni para pedir cita, simplemente era montarla y hacerla, fue muy fácil”, ha añadido la primera edil.
La boda de la alcaldesa, a pesar de ser una gran conmemoración en el pueblo, se celebró de la forma más íntima posible, “con los amigos sobretodo, unos 70 invitados”, ha indicado.
Allueva es un pequeño municipio perteneciente a la comarca del Jiloca, que cuenta con tan solo una población de 21 habitantes, una de las razones por las que no se celebran bodas por la iglesia desde 1966.

Regreso al pueblo

Fotografía de familia de los asistentes a la boda


“Se ha quedado el pueblo sin nadie. La gente se fue marchando y se fueron casando en Zaragoza”, admite la alcaldesa.
De hecho, Pilar es originaria de Zaragoza. Al casarse con su marido, de Allueva, y jubilarse junto a él, decidieron trasladarse al pueblo. En 2015, decidió presentarse como alcaldesa de la localidad, al ver que nadie más lo hacía: “Fue más que nada por buscar una solución para estar allí. Además, como mis suegros eran de ahí, me hacía más ilusión quedarme a vivir con los míos”, ha dicho.
Una historia de amor que quizás sirva de inspiración para las futuras generaciones. “La gente joven es completamente diferente a nosotros, ellos ya no se suelen casar por la iglesia, pero nunca se sabe. Yo dije que si me volvía a casar, sería por la iglesia y así ha sido”, ha admitido. “Solo uno de mis hijos realizó su boda por la iglesia y fue en Zaragoza, el otro lo casé yo, por medio del ayuntamiento”, ha añadido Molina.
De momento, lo que queda de esta celebración es que tanto Pilar Molina como su marido Gregorio Ruber disfruten de los momentos que les quedan por tener.
“Me quedo con que tengo una familia maravillosa y, como todos los matrimonios, subidas y bajadas, pero yo estoy alegre de que hayamos llegado hasta aquí”, ha manifestado la alluevina.

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